Las funciones que puede cumplir la escultura son variadas.
A lo largo de la historia,y dependiendo de cada cultura o civilización, han preponderado unas u otras. Entre ellas se destacan la función religiosa, la funeraria, la conmemorativa, la didáctica y la ornamental.
La función religiosa queda patente a lo largo de toda la historia de la humanidad. Se trata de representar a los dioses de los diversos pueblos, desde el Egipto antiguo, a Mesotopotamia, la civilización hindú, etc., hasta casi nuestros días.
De la función funeraria de la escultura tenemos constancia desde el Egipto antiguo, revitalizada después mediante numerosos mausoleos y monumentos funerarios que recorren desde el Imperio Romano e incluso la época contemporánea.
La función conmemorativa la han empleado muchas civilizaciones y regímenes políticos. Con ella se trata de realzar o recordar la figura de un personaje importante (emperadores, reyes, gobernantes, héroes...). Suele ocupar espacios públicos abiertos como plazas, cumpliendo además una función ornamental.
Si tenemos en cuenta que a largo de la mayor parte de la historia de la humanidad, la gran mayoría de personas eran iletradas, no resulta extraño que la escultura haya cumplido también una función didáctica o pedagógica, mediante la que explicar al pueblo determinados aspectos. Así por ejemplo para ilustrar a la población analfabeta.
La función ornamental puede darse ligada a alguna de las otras funciones, aunque a veces puede ser el objetivo principal. También en gran medida la escultura del siglo XX, sobre todo la abstracta, cumple principalmente esta función.
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